Adriana Amado en BRINDAR!

VERBO
11 min readJun 23, 2021

Nuestra quinta invitada a BRINDAR! VERBO en Casa Cavia es docente, investigadora y analista de medios, se graduó como doctora en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, magíster en Comunicación Institucional y Licenciada en Letras en la UBA, especializándose en temas de comunicación pública y medios.

Es vicepresidente de Poder Ciudadano y activista cívica desde Infocuidadana (Centro para la información ciudadana que intenta desde la sociedad civil mejorar la transparencia y la información). Actualmente participa en el programa “Solo una vuelta más” — TN. Cuenta con 11 libros de su autoría y más de 20 obras colectivas.

Si querés ver su entrevista en video, podés hacerlo en nuestro canal de Youtube.

Con ustedes, Adriana Amado.

Maximiliano Sardi: Adriana Amado, ¿cómo estás?. Te leí hace poquito y decías que los periodistas argentinos están demasiado opinadores. ¿Es una deformación nacional o es demagogia porque la gente lo pide?.

Adriana Amado: Es las dos cosas. El periodismo argentino tiene una tradición histórica de la toma de posición, que viene del hecho de que nosotros consagramos la idea del periodista que es más un militante que un periodista, como Mariano Moreno. Fijate cómo desde la gestación de nuestra profesión, apreciamos ese rasgo. Y cuando resaltamos a personajes como Rodolfo Walsh, confirmamos eso. En algunos lugares resulta demagógico, te diría que es casi un periodismo populista, porque le da a la audiencia aquello que a la audiencia le hace decir, mientras corta la milanesa, “ves, es lo que yo siempre digo”. Pero también es un periodismo que tiene muchas oscilaciones, porque hoy te aman y mañana te odian, entonces es muy difícil para un periodista sostener una base de audiencia o un prestigio, sólo desde la opinión. Con lo cual, tenés el periodismo celebrity que sí trabaja en ese camino y después está el otro periodismo, quizás más anónimo, que es el que consolida productos mediáticos un poco más estables.

MS: ¿Esto es un fenómeno argentino o es un fenómeno mundial? Lo hemos visto en Estados Unidos, donde los grandes periódicos han terminado muy jugados, incluso anti Trump, como es el caso del New York Times, por ejemplo.

AA: Sí, pero fijate que eso es una posición del medio, no del periodista. De hecho, somos la excepción de tener siete señales de noticias donde casi todo es una secuencia de personalidades opinando de algo. Eso no pasa en Estados Unidos. Quizás lo más parecido a eso son los “late night shows” (programas de trasnoche) donde tenés estos personajes que sí hacen un análisis de la realidad, pero en tono de mofa, que son muy populares, también en Brasil, algo a lo que nosotros no nos animamos.

MS: ¿El formato tiene que ver con una cuestión de costos? ¿Es un formato barato, donde te prendo la cámara y hablas 30 minutos de corrido?.

AA: Sí, y es cero producción, porque lees los diarios, los portales y salís con el tema del día. Pero ahí es donde te decía que hay un punto de inflexión que se está viendo en todos los medios del mundo, en un momento en el que la información sobra. Hoy la información no es poder. Era poder cuando estaba en manos de unos pocos y esos pocos podían dosificar cuándo y dónde aparecía. Hoy la información está por donde la quieras encontrar, entonces el valor agregado que te permite sostener un medio y su calidad, no se con fuegos de artificio. Vos para producir necesitás tener una base de personas que apoyen eso que hacés: la prueba ácida es la suscripción. Si tu producto no logra consolidar a alguien que diga “estoy dispuesto a pagar esto, porque me interesa tanto como para dedicarle una suscripción anual”, entonces no es tan válido. Fijate que, en Argentina, tenés un montón de gente que acumula suscripciones a Netflix, Disney+, Amazon Prime Video, pero no está suscripta a ningún diario, lo que indica que no es un tema sólo de dinero, sino que es un tema de valor percibido: vos estás dispuesto a suscribirte a algo que te da algo a cambio. Creo que todavía no hemos logrado pasar a estas cosas maravillosas que le pasan al New York Times y a un montón de otros actores, que tienen más ingresos por suscripciones que por publicidad.

MS: Sí, nosotros tenemos en Noticias un pedacito de las entrevistas en las que preguntamos qué medios consumen y cada vez se les complica más dar respuesta a eso. Por otro lado, como bien vos marcabas, tenemos profusión de medios informativos en la tele. ¿Va por ahí la tendencia acá y en el mundo? ¿La gente vuelve a la televisión? ¿O está partido por segmentos y, según el segmento, se informa de una manera distinta, como por ejemplo acá, donde pesa mucho lo digital?.

AA: Yo creo que la pandemia nos ha dado muchas claves sobre lo que va a pasar con muchos productos culturales. El hecho de que sea una pandemia global y que las mismas cosas estén pasando al mismo tiempo en muchos lugares, nos expandió los hábitos informativos. Hoy, incluso los periodistas que estaban muy enfocados en leer los medios tradicionales, empiezan a descubrir fuentes de información que antes estaban en un círculo pequeño. A Our World in Data, yo lo conocía de antes que fuera de la Universidad de Oxford, siempre lo usaba, y ahora tenés periodistas que lo nombran en la radio como un descubrimiento. Eso significa que la pandemia te trae otras informaciones y te das cuenta que vos ya, así como no consumís medios para un sólo país, tampoco producís medios para un sólo país.

MS: Diste en un punto clave: creo que los periodistas cada vez cerramos más nuestro propio círculo de información.

AA: Ahí está, esa es la clave y es parte del error. Cuando terminamos hablando de la interna del partido y esas cosas, te estás recortando vos la posibilidad de expansión. Incluso no sabemos escribir para latinoamérica. Nosotros usamos modismos y palabras que sólo existen en Argentina como reportaje para entrevistas. Eso no existe en ningún país ya ni siquiera de los limítrofes. Y eso nos muestra que nos cuesta mucho pensarnos más allá. Siempre pensamos que nuestra audiencia tiene que estar en este cuadrado que estaba cuando vos vendías la revista en papel y ahora tu audiencia es el mundo. Entonces, ¿estamos pensando cómo los temas locales los podemos proyectar para que puedan tener una lógica global?. Eso existe, lo están trabajando, hay corrientes como el periodismo de soluciones que trabaja justamente con eso: cómo tu aldea sirve de parámetro para otras. Ese es el desafío, no es lo digital. Lo digital ya existe, ya está. Esta idea de tener divisiones digitales es, incluso, signo del atraso. Lo que tenemos que tener son divisiones que piensen en global y que hagan que un medio de cualquier provincia sea relevante. El New York Times es un medio del interior de los Estados Unidos, no es de la capital, y fijate que es el medio más referente.

MS: Te corro del análisis periodístico, pero no de la información. Trabajaste desde el inicio de la pandemia, muy fuertemente con el tema de la transparencia internacional, reflejando algo que traía lógicamente la pandemia, que es que en la urgencia muchos de los procesos de adjudicación eran pocos transparentes. ¿Saldremos de esta larga pandemia que nos toca vivir, más corruptos que antes?.

AA: Es un muy buen punto el que diste. Yo soy parte de Poder Ciudadano, que es el capítulo argentino de Transparencia Internacional, con lo cual hace mucho que estamos trabajando en estas cuestiones. La pandemia lo que hizo fue acelerar los tiempos en los que detectamos la corrupción. Hoy preside Transparencia Argentina una argentina que es Delia Ferreira Rubio…

MS: Lo cual es un problema… Digo esto porque si los montos son chiquitos, no pasa nada en nuestro país. Si los vacunados VIP eran cinco, no pasa nada porque lo despido al Ministro y listo.

AA: Claro, pero el punto, que tiene que ver con la proyección global, es que una de las razones por la cual Chile consiguió más vacunas, más rápidamente es porque era más confiable. ¿Y por qué es más confiable?, porque es uno de los países latinoamericanos, junto con Costa Rica y Uruguay, que está siempre al tope del ranking de transparencia en todos los rankings internacionales. Cuando vos sos una persona de cualquier parte del mundo y tenés que hacer una transacción comercial, asignar una beca o establecer un convenio con una universidad, vos lo primero que te fijas es qué tan confiable es ese país. Nosotros no le damos mucha importancia a esos rankings de transparencia o de democracia, “esos números que hacen”. Pero esa es nuestra carta de presentación: Argentina está en el ranking de percepción de corrupción de la mitad para abajo, junto con países a los que quizás no les daríamos un crédito para las vacunas. Nos cuesta mucho asumir que eso es lo que proyectamos, con lo cual fijate que no sólo es que la transparencia se volvió mucho más rápida, porque también los ciudadanos y la conectividad ha permitido que aquellas cosas que antes tenías que esperar a que alguien te lo filtrara, hoy es un ciudadano que saca una foto y te pone el foco en algo que quizás se te hubiera pasado, sino que también se convierte en algo muy materialmente percibible. Es decir, ¿no sos transparente?, entonces no tenés acceso a crédito, no tenés acceso a facilidades, te piden más papeles que al resto. Sino, ¿por qué tal laboratorio cerró tan fácil con otros países?. Y porque nosotros nos la pasamos diciendo y vociferando a todo el mundo, incluso nuestras autoridades, “la justicia no funciona, él está robando, el anterior robó”. Entonces, vos sos una persona sentada en un despacho de Alemania o de Suecia decidiendo si vas a vender un material tan valioso como las vacunas: ¿a qué país se las vas a dar primero?. No se trata de ricos y pobres, como se intentó instalar. Se trata de una discusión entre países confiables y no confiables y, lamentablemente, nosotros todavía no trabajamos en proyectar esa idea.

MS: Volviendo al tema comunicación, que se habla mucho. ¿Parte de esa falta de confianza tiene que ver con que el gobierno comunica mal?.

AA: No se puede comunicar bien cuando no se gestiona bien. No hay tal cosa como una comunicación disociada de la gestión. Lo ideal es que la gestión sea tan extraordinaria que no necesita comunicación adicional, porque la gestión es una comunicación en sí misma. Si vos hacés un sistema de vacunación accesible, visible y tangible, no necesitás hacer una campaña de publicidad diciendo que estás vacunando bien.

MS: Y el público, “la gente” como dicen muchos, ¿lo valora a eso?.

AA: Muchísimo. Lo que te das cuenta es que lo que la gente siente que funciona, es la propia gente el factor de comunicación. Fijate que pasa también en las redes. Cuando vos hacés algo interesante, no necesitás publicarlo 10 veces, la gente te lo comparte sola.

MS: En el sentido inverso, estamos en el principio de la segunda ola. Dándolo vuelta, no alcanzaría con decirte “ponete el barbijo”, te tengo que mostrar que lo uso.

AA: El problema con eso es que, cuando vos repetís algo mucho, deja de tener relevancia y se convierte en algo así como el ruido del aire acondicionado que te molesta el ratito que lo prendés y después empieza a ser inaudible. El tema de la comunicación del barbijo no tiene que venir en una campaña de comunicación de televisión que no vé nadie. El tema del barbijo tiene que venir de abajo hacia arriba. Nosotros perdimos una oportunidad maravillosa el año pasado al cerrar las escuelas, porque los chicos son los que traen los cambios de hábitos en las casas. Lo vemos con la ecología, con el fumar, con el cinturón de seguridad. Son los chicos los que te avisan “ponete el cinturón porque me dijo la maestra”.

MS: Aparte porque pone muy bien las cosas en blanco sobre negro, la mirada de los chicos.

AA: Claro, porque además te interpelan. No te interpela un aviso publicitario a la noche que ni lo escuchas, pero sí tu chico, y en eso creo que estamos trabajando poco, en aprovechar otras instancias de comunicación. Nosotros reducimos la comunicación a los medios y, volviendo a la pregunta sobre si comunican mal, si me preguntas en medios te puedo decir que dan muchas entrevistas y hacen campañas, pero la comunicación no se evalúa por la oferta, que puede ser buena, sino que se evalúa por qué tanto efecto generó esa oferta. La idea no es que, si no se generaron los cambios, yo voy a prohibir que salgan a la calle sin el barbijo.

MS: En sentido inverso, ¿escucha el gobierno?.

AA: No. Nunca se ha caracterizado el gobierno por tener canales abiertos de interlocución. Hubo algunos gobiernos que tuvieron un mayor acercamiento, que iban por las casas de la gente a ver qué decían, que es un gran intento, como el PRO con sus timbreos, pero el punto es que hoy tenés un espacio maravilloso de conversación pública que está siendo subestimado e incluso estigmatizado, como con las redes sociales que se dice que son un lugar de locos; en eso, el periodismo y la política se parece bastante. Pero la gente dice “listo, me pongo a hablar yo sólo, porque acá encontré un espacio”. De hecho, fijate lo inmensamente valorables que fueron las redes sociales en la pandemia: permitieron estar en contacto, permitieron hacer las compras en el supermercado, en la verdulería de la esquina, permitieron compartir ideas. Eso fue como una corriente subterránea de gente que, a pesar de estar encerrada, se conectó, hizo clases de yoga, hizo pan, un montón de cosas. Y, mientras tanto, había como un nivel de comunicación en el que estaban periodistas y políticos, hablando de los “grandes temas”, la pandemia, la cantidad de muertos. Hubo días que los medios lo dábamos como el parte meteorológico. Eso en un primer momento lo escuchás, pero a los dos días ya no prestás atención.

MS: Una reacción de protección. En función de eso, los sistemas tienden al equilibrio, pero en el último tiempo estamos más en los extremos. ¿En qué momento volvemos a la mar serena?.

AA: Yo creo que hay una especie de Cabo de Hornos, donde pasas una tormenta, pero del otro lado tenés los océanos. Las polarizaciones son fenómenos de extremos muy fanatizados. Quienes estudiaron mucho más esto, como los americanos, que están hace muchos años trabajando muchísimo en este tema y tienen excelentes estudios, detectaron que esas minorías intensas son eso, minorías. Pero como son intensas, parecen más de lo que son. Tiene más que ver con eso. Obviamente, a los periodistas nos llaman la atención esos que se pelean, se torean, que llaman la atención, pero la gran cantidad de la gente está buscando música para meditar. Números de Youtube de Argentina, país número uno a nivel mundial en búsquedas de música para la meditación. Ese es un indicador de que no está todo el mundo en esa polarización, pero como es una mayoría silenciosa, en el trabajo al que nos dedicamos, parece que no tiene relevancia. Sin embargo, aparece cuando Master Chef vuelve a darle a la televisión una audiencia que parecía perdida. Entonces te das cuenta que, esa mayoría silenciosa que estaba buscando música para meditar o recetas para hacer pan, está viendo MasterChef.

MS: Entonces el Presidente lo que tiene que hacer es aprender a cocinar y tocar mantras en la guitarra.

AA: Por ejemplo. En vez de la balsa que es un bajón, algo más estimulante.

MS: Jajaja, algo más de este siglo. Muchas gracias, Adriana.

AA: Un placer.

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